sábado, 7 de febrero de 2015

El ajedrez como juego, una reflexión para su enseñanza en al escuela

                        El juego es un lenguaje de símbolos, como el sueño y el mejor modo de expresión del niño. Permite elaborar la ansiedad porque es un puente entre la fantasía y la realidad   (M.Klein)                                    
          Hablar del ajedrez como un juego es referirse a una de sus facetas más aceptadas, principalmente, para una numerosa cantidad de aficionados, que constituyen en su porfía diaria con los trebejos, la presencia de una práctica popular y comunitaria.

Es decir un entretenimiento que tiene el poder convocante de generar procesos de socialización, construcción de identidad y de algún modo, horizontes de superación y producción intelectual.
Cuando como docentes estamos enfrentados a la tarea de enseñar este juego y de fundamentar nuestra labor en el marco de lo que se ha dado en llamar, un ajedrez educativo, se nos plantea un desafío que no es simple de resolver. En principio, porque la influencia de la cultura escolar impone el supuesto de hacer con el ajedrez, como con otras disciplinas, algo distinto a lo que  habitualmente ocurre en su práctica cotidiana.

Este mandato orienta la enseñanza del ajedrez hacia fines funcionales con el discurso escolar y  el modo de entender la generación de conocimientos en la escuela.  Por lo tanto no se trata de jugar,ese hacer ocioso y de algún modo inútil, sino de trabajar pedagógicamente los contenidos del ajedrez, para la consecución de los propósitos formativos que se propone la escuela.
El peligro es que este concepto de trabajo  como opuesto al de juego, se erija en un escollo para la enseñanza del ajedrez, al desconocer el aspecto emocional y de disfrute, como prerrequisito y origen de su aprendizaje.
Según Vygotsky todos los juegos se basan en reglas, pero la regla primera, el principio que hace que alguien juegue y se mantenga en el juego es un afecto, creo a mi entender, como ese momento placentero y de recompensa afectiva en la interacción con el objeto de conocimiento. 

Por lo tanto nosotros también podemos manifestar esta regla: mientras el niño juegue, podremos iniciarlo y mantenerlo en el proceso de aprendizaje y de adquisición de los conocimientos teóricos del juego   

Volviendo, una consecuencia de esta separación, juego-trabajo en el discurso escolar, es que  golpea en la propia práctica de la enseñanza del ajedrez. El peligro es caer, según lo observado en muchas ocasiones, en cierta artificialidad y desnaturalización de la tarea docente,  cuando pretendemos forzar el camino y obviar el momento de juego, como eslabón fundante y primer paso, en el largo recorrido de la apropiación del contenido teórico del ajedrez . Cuando el reclamo de jugar es cercado por el de trabajar, estamos corriendo el riesgo de poner el carro delante del caballo, generando una contradicción y un malestar que tensiona el sentido de lo que se enseña. Quizá el concepto más actual de inteligencia emocional pueda venir al rescate de esta disyuntiva y reponer el valor del jugar en la enseñanza de un ajedrez educativo, para que la imaginación, esa capacidad de crear mundos entrevistos, sea el soporte para el desarrollo de la creatividad en el fértil lecho de los conocimientos elaborados y de práctica concreta que ha tenido el ajedrez a lo largo de su historia.

Por eso, nuestra propuesta es que el ajedrez no es educativo por decirlo, ni se resume en la formulación de ciertos propósitos, aunque sean todos ellos muy loables, lo es, en tanto genera una práctica que recupera un acervo histórico y lo pone al servicio de la superación personal, creando un espacio para el desarrollo del intelecto en un sentido amplio, lo que importa el valor de ser además un creador, hacedor y apreciador de un arte, que tiene en su horizonte, entre otras cosas, la posibilidad del encuentro , la inclusión social y la construcción de identidad..

Volver a la idea del juego y revalorizar el hecho de jugar, puede ser un fértil camino de avance y superación de escollos en la enseñanza del ajedrez. Si establecemos este primer mojón, luego se podrá, es más, de deberá  avanzar sobre otros aspectos, que hacen a lo deportivo, lo científico, lo histórico, etc. Pero antes es necesario encontrar este suelo germinal del juego, sin culpa ni menoscabo, para comenzar a transitar el camino de un ajedrez educativo.

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