Hemos recibido y publicamos este interesante artículo de Sofía Maggi, donde reflexiona sobre los alcances y posibilidades del Programa de Ajedrez, del Ministerio de Educación y Deportes de la Nación.
Creemos que los conceptos vertidos en el mismo son incitantes,para el fecundo e inquietante ejercicio de volver a pensar en los fundamentos de aquello que se hace.
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PROGRAMA
NACIONAL DE AJEDREZ EDUCATIVO
Me
he propuesto, como trabajo final, reflexionar sobre el programa nacional de
ajedrez educativo, en atención, no solo a lo interesante del mismo, sino como
forma de articular conceptos y conocimientos abstractos para alcanzar la
ansiada igualdad.
El
programa en cuestión, en principio, está dirigido a promover la inclusión en el
acceso a la escuela por cuanto proclama generar espacios de aprendizaje
distintos a los tradicionales. Sin embargo, la verdad es que entiendo que es
una extraordinaria estrategia de inclusión como inscripción ampliación
cultural, como veremos más abajo.
Entiendo
que analizar el programa nos impone explayarnos sobre las características que
expresamente declama, los conceptos que subyacen, sus potencialidades y también
las críticas que le corresponden.
Comencemos
entonces desde el abordaje “de afuera hacia adentro” (de la escuela), que
propone.
sin
lugar a dudas, apuntar a la inclusión a través de una actividad “lúdica”, y
particularmente apasionante como es el ajedrez, es siempre una buena idea. Las
fichas blancas y negras y unas reglas de juego claras, nos sirven de marco de
partida para elaborar toda una estrategia educativa que promueva un concepto
muchas veces olvidado, no solo por los alumnos, sino también por los docentes y
el sistema educativo en general con una “gramática escolar” (nefasta si no se
la pone en permanente tensión), como es la igualdad.
El
programa, como tiene expresamente consagrado, apunta a promover la práctica de
la disciplina en todos los niveles y modalidades del sistema educativo. Pero no
solo eso, sino que también prevé su implementación en los centros de educación
no formal, abriendo las posibilidades pedagógicas y resignificando las
relaciones sociales como punto de partida para el desarrollo de la experiencia
educativa.
Vemos
en esto la posibilidad real de que distintos individuos, sin importar su
origen, a lo largo y lo ancho del país, dispongan de un horizonte común, que se
traduce fundamentalmente en “jugar el juego” (más allá de los beneficios
concretos que se expondrán más abajo).
“El ajedrez contribuye a mejorar la capacidad
de abstracción, concentración y planificación, generando competencias y
destrezas que hacen a la formación integral de niños, niñas, adolescentes y
jóvenes…” dice expresamente el programa y lo comparto.
Sin
lugar a dudas la práctica del ajedrez genera beneficios en los practicantes.
Sobre todo en cuanto las capacidades cognitivas, las que se ven mejoradas a
partir de la utilización focalizada de la mente, lo que redunda en una
formación integral más plena.
Además,
como actividad política que significa el acto educativo, entiendo que la
promoción de esta actividad “iguala”; permite que todos los alumnos dispongan
de las mismas armas y breguen por su auto superación. Después de todo, hasta qué
punto podemos desconocer que el hombre es una voluntad servida por una inteligencia
(Ranciere Jacques, 2003)
Como
vimos a lo largo de los textos y las clases, la sociedad actual, a partir de
fenómenos históricos generados en el siglo XX pone en juego múltiples intereses
que colisionan. El ajedrez, nos invita a ver más allá del canto de las sirenas
de la sociedad del consumo desmedido, las relaciones fugaces y prejuicio hacia
las personas por su imagen. El juego se va a dar en un pie de igualdad. Y los
contendientes se verán igualados a partir de que sorteen “blancas o negras”.
“(…)
a la vez que les permiten fortalecer su
trayectoria escolar. En esta misma línea, la práctica de este juego requiere
tranquilidad, dedicación y estudio. La misma permite desarrollar el pensamiento
teórico y la capacidad crítica...” continua el texto del programa.
Reitero
que concuerdo completamente en cuanto a los beneficios que produce la práctica
del ajedrez. Concuerdo que permita desarrollar el pensamiento teórico, la
capacidad crítica, la abstracción, la prospección, etc. Sin embargo suponer que
va a fortalecer su trayectoria escolar por sí mismo, me parece un tanto
ingenuo.
Entiendo
que el diseño de un programa educativo, como proyección de una política
educativa deba tener dicha meta, pero entiendo que debería entenderse (y
haberse plasmado en consecuencia) como una herramienta complementaria en la
experiencia educativa.
Porque
si hablamos a los largo del curso de resignificar la escolaridad, modificar la gramática
escolar, etc. para lograr una verdadera inclusión de los excluidos, haciendo
una revisión cabal de las situación actual, el programa debería plantearlo
desde lo que es: “una herramienta
extremadamente útil para que, acompañada con un cambio en el paradigma de
los docentes y las prácticas educativas, todos los alumnos puedan
fortalecer su trayectoria escolar”. Pero, si como hemos visto, el discurso
(al ponerlo al programa como solución) continúa legitimando las prácticas
perimidas que han demostrado su fracaso, nos encontramos con un error desde el
inicio.
“El programa promueve la inclusión educativa
al generar espacios de juego, recreación y aprendizaje que sostienen la
confianza de quienes allí aprenden e intercambian saberes…” En esta frase,
se encuentra, sin lugar a dudas el aspecto más promisorio del programa desde lo
que aquí nos compete.
Se
reconoce no solo que existen otras formas de generar saberes que trascienden
las formas áulicas sino también que la experiencia educativa se da a partir de
un intercambio de saberes previos, entre sujetos que se tienen confianza.
Más
allá del interés personal que me pudo haber llevado a la elección de este
programa para la realización del presente, o la trascendencia de la
incorporación de espacios que permitan el desarrollo del pensamiento
transversal como estadio superador de las practicas actuales, la verdad es que
en esta premisa se encuentra expresada de la forma más pura posible el proceso
de enseñanza como vinculo relacional entre personas. Personas que confían y se
respetan lo suficiente para considerarse iguales e “intercambiar saberes”.
Partiendo de sus diferencias, al final, se da un verdadero proceso de
enseñanza.
Cuando
dice que todos los materiales previstos, serán provistos, nos encontramos,
obviamente en presencia de una verdadera voluntad política para el desarrollo
del programa. Hablamos de que, a nivel macro, existe una voluntad real en
disponer de los recursos materiales y humanos para desarrollar el programa.
Sería
de gran utilidad, evaluar cuales han sido los resultados del programa: que
recepción ha tenido, desde las escuelas, desde los alumnos y desde las
asociaciones civiles o entes civiles que hayan dado acogida a un programa
educativo.
El
programa continúa exponiendo cuáles son sus objetivos específicos “Convocar a niños, niñas, adolescentes y
jóvenes a participar en los espacios de aprendizaje y práctica del juego de
ajedrez”; “generar espacios de juego,
integración y camaradería a nivel intraescolar e interescolar de niños, niñas,
adolescentes y jóvenes de todo el país”; “estimular la creatividad, la abstracción, el diseño de estrategias y la
capacidad reflexiva a través del juego”.
Al
respecto, más allá de lo que se expuso más arriba, y sin perjuicio que la
técnica de redacción podría ser mejorada,
lo más interesante (con excepción del último punto, al que me referiré más
abajo), es la idea de “generar espacios”.
Generar espacios de interacción e intercambio entre iguales, respetando las
diferencias, siempre va a dar como resultado la inclusión.
Pero
más allá de eso, y ahondando en concepciones un poco más profundas que las que
se refiere el texto, generar espacios a nivel intraescolar resulta interesante
si lo pensamos desde tensionar las estructuras. Obligarnos a replantearnos
criterios, conceptos, actitudes que damos por sentado (de Larga Duración, al decir
de s: ¿por qué clasificamos a los alumnos por edad?, ¿Por qué los espacios
áulicos son las aulas?, ¿Por qué una hora de clase (que se supone que es la que
sirve), es una hora? Los espacios de
torneos intraescolares de ajedrez no deberían respectar esa “gramática”…
Debería en cambio servirnos para hacer introspección.
Por
otro lado generar espacios a nivel interescolar implica ampliar la interacción
con otros. Aquí es donde podemos coexistir, convivir y, sobre todo, compartir
con los otros. En general es cuando nos salimos de la escuela cuando aparece
“lo diferente”. Si bien la escuela suele ser el elemento donde el individuo con
sus características particulares es excluido (por más que vaya a clases, ya lo
sabemos), la realidad es que la convivencia con grupos diferentes, siempre es más
enriquecedora, y más aún si comparten la misma actividad y las reglas y el
norte que tienen ambos es el mismo.
Y
esto aplica también para los docentes. “Tengo
ideas cuando quiero” diría Ranciére. Debemos llamarnos a la reflexión…
El
último objetivo que tiene el programa es “estimular
la creatividad, la abstracción, el diseño de estrategias y la capacidad
reflexiva a través del juego”. En realidad, creo que este objetivo se
refiere fundamentalmente a los docentes.
Enfrentar
los desafíos que implican las problemáticas modernas nos obliga a ser
creativos. Dejar de lado las tendencias homogenizantes de antaño y prácticas y
concepciones que no se adecuan al contexto histórico actual, nos obligan a
brindar nuevas respuestas a nuevos problemas que siempre nos superan.
Y
para ello, nos vemos en la obligación de ser críticos, reflexivos sobre
nuestras propias prácticas y elaborar en consecuencias estrategias adecuadas.
Reconocer que todos los conceptos pedagógicos, así como nuestras más arraigadas
concepciones de la realidad y la vida se encuentran sometidas a permanente
tensión, y en consecuencia debemos ser los suficientemente maduros y
profesionales para ser críticos y adaptarnos.
Respecto
de la estrategia de implementación, vemos que nos encontramos de un programa
nacional que se aplica en la institución que lo solicite a través del
coordinador provincial.
Se
trata en consecuencia de la instrumentación lógica de un Programa Nacional, ya
que a partir de la transferencia que realizara en su momento de las escuelas a
las provincias, son estas quienes tienen a su cargo la implementación concreta
del programa.
Destaco
sin embargo que es un particularmente interesante que la Nación aplique este
programa en un pie de igualdad a lo largo y ancho del país. Ese es el camino
para que las políticas que funcionan, y en consecuencia los programas que sobre
ellas se elaboran, beneficien a todos y permitan, aplicando la diversidad de
origen, la implementación de los mismos con sus beneficios.-
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María Sofía Maggi
D.N.I. 29.031.847