viernes, 8 de julio de 2016

Una mirada al Programa de Ajedrez

Hemos recibido y publicamos este interesante artículo de Sofía Maggi, donde reflexiona sobre      los alcances y posibilidades del Programa de Ajedrez, del Ministerio de Educación y Deportes de la  Nación.
Creemos que los conceptos vertidos en el mismo son incitantes,para el fecundo e inquietante ejercicio de volver a pensar en los fundamentos de aquello que se hace.
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PROGRAMA NACIONAL DE AJEDREZ EDUCATIVO

Me he propuesto, como trabajo final, reflexionar sobre el programa nacional de ajedrez educativo, en atención, no solo a lo interesante del mismo, sino como forma de articular conceptos y conocimientos abstractos para alcanzar la ansiada igualdad.
El programa en cuestión, en principio, está dirigido a promover la inclusión en el acceso a la escuela por cuanto proclama generar espacios de aprendizaje distintos a los tradicionales. Sin embargo, la verdad es que entiendo que es una extraordinaria estrategia de inclusión como inscripción ampliación cultural, como veremos más abajo. 
Entiendo que analizar el programa nos impone explayarnos sobre las características que expresamente declama, los conceptos que subyacen, sus potencialidades y también las críticas que le corresponden.
Comencemos entonces desde el abordaje “de afuera hacia adentro” (de la escuela), que propone.
sin lugar a dudas, apuntar a la inclusión a través de una actividad “lúdica”, y particularmente apasionante como es el ajedrez, es siempre una buena idea. Las fichas blancas y negras y unas reglas de juego claras, nos sirven de marco de partida para elaborar toda una estrategia educativa que promueva un concepto muchas veces olvidado, no solo por los alumnos, sino también por los docentes y el sistema educativo en general con una “gramática escolar” (nefasta si no se la pone en permanente tensión), como es la igualdad.
El programa, como tiene expresamente consagrado, apunta a promover la práctica de la disciplina en todos los niveles y modalidades del sistema educativo. Pero no solo eso, sino que también prevé su implementación en los centros de educación no formal, abriendo las posibilidades pedagógicas y resignificando las relaciones sociales como punto de partida para el desarrollo de la experiencia educativa.
Vemos en esto la posibilidad real de que distintos individuos, sin importar su origen, a lo largo y lo ancho del país, dispongan de un horizonte común, que se traduce fundamentalmente en “jugar el juego” (más allá de los beneficios concretos que se expondrán más abajo).
El ajedrez contribuye a mejorar la capacidad de abstracción, concentración y planificación, generando competencias y destrezas que hacen a la formación integral de niños, niñas, adolescentes y jóvenes…” dice expresamente el programa y lo comparto.
Sin lugar a dudas la práctica del ajedrez genera beneficios en los practicantes. Sobre todo en cuanto las capacidades cognitivas, las que se ven mejoradas a partir de la utilización focalizada de la mente, lo que redunda en una formación integral más plena.
Además, como actividad política que significa el acto educativo, entiendo que la promoción de esta actividad “iguala”; permite que todos los alumnos dispongan de las mismas armas y breguen por su auto superación. Después de todo, hasta qué punto podemos desconocer que  el hombre es una voluntad servida por una inteligencia (Ranciere Jacques, 2003)
Como vimos a lo largo de los textos y las clases, la sociedad actual, a partir de fenómenos históricos generados en el siglo XX pone en juego múltiples intereses que colisionan. El ajedrez, nos invita a ver más allá del canto de las sirenas de la sociedad del consumo desmedido, las relaciones fugaces y prejuicio hacia las personas por su imagen. El juego se va a dar en un pie de igualdad. Y los contendientes se verán igualados a partir de que sorteen “blancas o negras”.
“(…) a la vez que les permiten fortalecer su trayectoria escolar. En esta misma línea, la práctica de este juego requiere tranquilidad, dedicación y estudio. La misma permite desarrollar el pensamiento teórico y la capacidad crítica...” continua el texto del programa.
Reitero que concuerdo completamente en cuanto a los beneficios que produce la práctica del ajedrez. Concuerdo que permita desarrollar el pensamiento teórico, la capacidad crítica, la abstracción, la prospección, etc. Sin embargo suponer que va a fortalecer su trayectoria escolar por sí mismo, me parece un tanto ingenuo.
Entiendo que el diseño de un programa educativo, como proyección de una política educativa deba tener dicha meta, pero entiendo que debería entenderse (y haberse plasmado en consecuencia) como una herramienta complementaria en la experiencia educativa.
Porque si hablamos a los largo del curso de resignificar la escolaridad, modificar la gramática escolar, etc. para lograr una verdadera inclusión de los excluidos, haciendo una revisión cabal de las situación actual, el programa debería plantearlo desde lo que es: “una herramienta extremadamente útil para que, acompañada con un cambio en el paradigma de los docentes y las prácticas educativas, todos los alumnos puedan fortalecer su trayectoria escolar”. Pero, si como hemos visto, el discurso (al ponerlo al programa como solución) continúa legitimando las prácticas perimidas que han demostrado su fracaso, nos encontramos con un error desde el inicio.
El programa promueve la inclusión educativa al generar espacios de juego, recreación y aprendizaje que sostienen la confianza de quienes allí aprenden e intercambian saberes…” En esta frase, se encuentra, sin lugar a dudas el aspecto más promisorio del programa desde lo que aquí nos compete.
Se reconoce no solo que existen otras formas de generar saberes que trascienden las formas áulicas sino también que la experiencia educativa se da a partir de un intercambio de saberes previos, entre sujetos que se tienen confianza.
Más allá del interés personal que me pudo haber llevado a la elección de este programa para la realización del presente, o la trascendencia de la incorporación de espacios que permitan el desarrollo del pensamiento transversal como estadio superador de las practicas actuales, la verdad es que en esta premisa se encuentra expresada de la forma más pura posible el proceso de enseñanza como vinculo relacional entre personas. Personas que confían y se respetan lo suficiente para considerarse iguales e “intercambiar saberes”. Partiendo de sus diferencias, al final, se da un verdadero proceso de enseñanza.
Cuando dice que todos los materiales previstos, serán provistos, nos encontramos, obviamente en presencia de una verdadera voluntad política para el desarrollo del programa. Hablamos de que, a nivel macro, existe una voluntad real en disponer de los recursos materiales y humanos para desarrollar el programa.
Sería de gran utilidad, evaluar cuales han sido los resultados del programa: que recepción ha tenido, desde las escuelas, desde los alumnos y desde las asociaciones civiles o entes civiles que hayan dado acogida a un programa educativo.
El programa continúa exponiendo cuáles son sus objetivos específicos “Convocar a niños, niñas, adolescentes y jóvenes a participar en los espacios de aprendizaje y práctica del juego de ajedrez”; “generar espacios de juego, integración y camaradería a nivel intraescolar e interescolar de niños, niñas, adolescentes y jóvenes de todo el país”; “estimular la creatividad, la abstracción, el diseño de estrategias y la capacidad reflexiva a través del juego”.
Al respecto, más allá de lo que se expuso más arriba, y sin perjuicio que la técnica de redacción podría ser mejorada,  lo más interesante (con excepción del último punto, al que me referiré más abajo), es la idea de “generar espacios”. Generar espacios de interacción e intercambio entre iguales, respetando las diferencias, siempre va a dar como resultado la inclusión.
Pero más allá de eso, y ahondando en concepciones un poco más profundas que las que se refiere el texto, generar espacios a nivel intraescolar resulta interesante si lo pensamos desde tensionar las estructuras. Obligarnos a replantearnos criterios, conceptos, actitudes que damos por sentado (de Larga Duración, al decir de s: ¿por qué clasificamos a los alumnos por edad?, ¿Por qué los espacios áulicos son las aulas?, ¿Por qué una hora de clase (que se supone que es la que sirve), es una hora?  Los espacios de torneos intraescolares de ajedrez no deberían respectar esa “gramática”… Debería en cambio servirnos para hacer introspección.
Por otro lado generar espacios a nivel interescolar implica ampliar la interacción con otros. Aquí es donde podemos coexistir, convivir y, sobre todo, compartir con los otros. En general es cuando nos salimos de la escuela cuando aparece “lo diferente”. Si bien la escuela suele ser el elemento donde el individuo con sus características particulares es excluido (por más que vaya a clases, ya lo sabemos), la realidad es que la convivencia con grupos diferentes, siempre es más enriquecedora, y más aún si comparten la misma actividad y las reglas y el norte que tienen ambos es el mismo.
Y esto aplica también para los docentes. “Tengo ideas cuando quiero” diría Ranciére. Debemos llamarnos a la reflexión…
El último objetivo que tiene el programa es “estimular la creatividad, la abstracción, el diseño de estrategias y la capacidad reflexiva a través del juego”. En realidad, creo que este objetivo se refiere fundamentalmente a los docentes.
Enfrentar los desafíos que implican las problemáticas modernas nos obliga a ser creativos. Dejar de lado las tendencias homogenizantes de antaño y prácticas y concepciones que no se adecuan al contexto histórico actual, nos obligan a brindar nuevas respuestas a nuevos problemas que siempre nos superan.  
Y para ello, nos vemos en la obligación de ser críticos, reflexivos sobre nuestras propias prácticas y elaborar en consecuencias estrategias adecuadas. Reconocer que todos los conceptos pedagógicos, así como nuestras más arraigadas concepciones de la realidad y la vida se encuentran sometidas a permanente tensión, y en consecuencia debemos ser los suficientemente maduros y profesionales para ser críticos y adaptarnos.
Respecto de la estrategia de implementación, vemos que nos encontramos de un programa nacional que se aplica en la institución que lo solicite a través del coordinador provincial.
Se trata en consecuencia de la instrumentación lógica de un Programa Nacional, ya que a partir de la transferencia que realizara en su momento de las escuelas a las provincias, son estas quienes tienen a su cargo la implementación concreta del programa.
Destaco sin embargo que es un particularmente interesante que la Nación aplique este programa en un pie de igualdad a lo largo y ancho del país. Ese es el camino para que las políticas que funcionan, y en consecuencia los programas que sobre ellas se elaboran, beneficien a todos y permitan, aplicando la diversidad de origen, la implementación de los mismos con sus beneficios.-
    
Bibliografía
BRENER, G. “Pensar entre muros”, Novedades Educativas N°224, Agosto, 2009.
CUADERNO 1, “Principios, Metas y Programas”. Dirección Nacional de Políticas Socioeducativas. Ministerio de Educación.  
KOCHEN, Gladys, El concepto de igualdad y sus significados en la década de los 90 en el sistema educativo, Buenos Aires, FLACSO Programa Argentina, 2007
RODRIGUEZ Pedro Gerardo “De nuevo, la justicia”. Revista Latinoamericana de Estudios Educativos (México), vol. XXXII, núm. 4, 4° trimestre, 2002, pp. 5-10, Centro de Estudios Educativos, A.C. México
RANCIÉRE, Jacques (2003). “El maestro ignorante. Cinco lecciones sobre emancipación intelectual”. Buenos Aires: Libros del Zorzal.
ROCKWELL, E. “Tres planos para el estudio de las culturas escolares: el desarrollo humano desde una perspectiva histórico cultural”, en Interações, jan-jun, año/vol. V, número 9. Universidade São Marcos, Sao Paulo, pp. 11-25, 2000.
TATIÁN,  Diego  “Igualdad  como  declaración”.  Cuadernos  del  Inadi,  Nro.  3: La igualdad  como  problema, 2010.

María Sofía Maggi
D.N.I. 29.031.847